lunes, 20 de marzo de 2017

Quiero Karate… ka

Estaba en el último semestre en la universidad, soy diseñador gráfico de la universidad Autónoma de Caribe hace ya dos años que me gradué. Ese último semestre me decidí entrar al equipo de Karate de la universidad, porque me sentía gordo, y me pareció un deporte más o menos ligero y no tan de alto impacto. El día que fui a inscribirme el entrenador, un señor como de 50 años, parecía estar en buena forma, me dijo que tenía genotipo, robusto para este tipo de competencias y que si midiera 5 centímetros más podría ser más que  perfecto. Yo mido 1,75 de estatura, y muchos de los estudiantes que participaban en las competencias, o por lo menos es lo que pensaba hasta entonces, median  entre 1,78 y 1,85. No es que estuviera muy lejos de eso.
El entrenamiento comenzaba a las 7 en punto de la noche, me quedaba más que justo porque salía del trabajo a las 5, iba a la casa me duchaba, comía algo y salía para el coliseo. El primer día, cuando llegue estaba un poco ansioso por la idea de enfrentarme a  un grupo de desconocidos, y soy muy poco sociable, me cuesta iniciar conversaciones, y digamos que mis gustos son poco comunes, Harry Potter, y cosas geeks, que la gente poco entiende. Muchas veces me han dicho que como una persona de mi edad puede interesarse en ese tipo de cosas. Entre gustos no hay disgustos.
Entré en el coliseo y me dirigí al único grupo que había en ese momento ahí. Era un grupo de hombres, a mi parecer, mayores,  creo que yo era el menor, mis 21 años me hacían sentir como un mocoso en pañales, eran personas que a mi parecer tenían entre 25 y 30 años. Y resaltaba entre ellos un mastodonte, de 1,89 de alto, negro, envuelto en una bata blanca, que hasta ahora sé que le llaman Kimono. Me pareció impresionante, y se me acelero el corazón me sentí tan minúsculo. Me pregunto,  ¿tú eres el nuevo? A los que respondí asintiendo con la cabeza sí. El me ordeno con su potente voz, parece que hablara atreves de un auto parlante, que me fuera a cambiar, como aun no tenía mi kimono, lleve una pantaloneta y una camiseta blanca. Me señalo los vestidores, y me fui a cambiar. Pensé que el señor de 50 años iba a ser nuestro entrenador, rato después me entere que el había tenido algunos inconvenientes y se iba a ausentar por algunos días
Ese día solo hicimos cosas básicas éramos 10 los nuevos, nos presentamos dijimos nuestra edad  efectivamente era el menor de todos. Luego, calentamos dándole algunas vueltas a l cancha y después hicimos algunas ejercicios de patadas y golpes, técnicas básicas. Se pasó la hora volando, creo que lo había hecho todo bien. El entrenado dijo -bien, ya se pueden ir a cambiar, se me acerco y me dijo – me recuerdas tu nombre,  yo le dije –me llamo John Carrillo. El me contesto, -mucho Gusto, John tienes el cuerpo preciso para esto y muchas otras cosas. Su comentario me pareció extraño pero no le di importancia en ese momento, me fui al vestidor a cambiar.   Cuando salía del coliseo de la universidad vi que la puerta estaba, el mastodonte entrenador de karate, salude con un gesto y seguí mi camino, en me hizo señal de que lo esperara. Se me acerco y me pregunto si vivía cerca yo le dije que más o menos, que para llegar tenía que coger bus para llegar a tiempo, pero que de salida me iba a pie. Continuamos caminando note que al parecer seguíamos la misma ruta  y continuamos hablando durante el trayecto de karate y cosas así, y de porque había decidido unirme al equipo. Poco antes de llegar a mi casa él se separó y continuo hacia otro lugar me dijo que vivía en un barrio también cercano.
No le di importancia al asunto, aunque la verdad me causo mucha impresión sus forma corpórea, y de vez en cuando desde aquella vez su imagen se me cruzaba en el día, y la imaginación corría, tratando de imaginar cómo sería sin camisa y sin pantalón. Hasta esos días, no habia tenido novia, y estaba convencido que las mujeres me llamaban la atención y trataba de ocultar la idea que los hombres causaban la misma impresión en mí. Me tocaba ir a entrenamiento tres veces por semana, los lunes, miércoles y viernes. La segunda vez que fui al entrenamiento, habia mas personas, al parecer otras personas se unieron al grupo. Repetimos lo de la primera clase, pero esta vez el ejercicio de calentamiento duro más tiempo, y el profesor al parecer se estaba poniendo un poco más estricto en los ejercicios de movimientos de golpes, se me acerco y me miró fijamente y me dijo con su voz que me hizo acelerar el corazón, lo estás haciendo bien, le sonreí, y él se alejó. Al final, hicimos en pareja ejercicios de estiramiento. Me llamo a mi para que siguieran como modelo lo que los dos hacíamos. Me dijo que me acostara boca arriba en el suelo tomo mis dos piernas y las contrajo apoyándolas en su pecho. Las cosas hasta ese momento parecían estar bajo control, yo estaba respirando normal, y el flujo sanguíneo parecía fluir en el sentido correcto. Él pepitito esto varias veces contrayendo y luego liberando. Cuando, les dio la orden de hacer lo mismo a los demás por accidente, roce mi pie con su entre pierna, le dije de inmediato lo siento, pude sentir lo blando que colgaba, y eso detono lo mío, tuve una erección, mi pantaloneta era de las que usan los jugadores de futbol, así que se notaba mucho,  decidí quedarme sentado ahí, hasta que pasar todo, él me dijo -ya te puedes ir a cambiar, le conteste que en un momento lo hacía, que me quede sin aire y trataba de recobrarlo.
Él se fue a cambiar y dejo al resto haciendo el estiramiento. Cuando por fin sentí que todo había regresado a su forma original, decidí levantarme, el resto de compañeros, se quedaron hablando, y reposando antes de irse a cambiar, yo entre rápido al vestidor, y busque mis cosas me quite la pantaloneta busque mis jeans y la camisa, cuando me senté para vestirme me doy vuelta y veo que él está ahí de pie, estaba a mis espaldas, -me pregunta hoy te VIENES con migo. Yo de inmediato note que estaba en ropa interior, con unos calzoncillos blancos, tipo brief. Que marcaban una masa gigantesca, aparte mi vista para no hacer notar lo que llamaba mi atención, y sus pectorales me hicieron tragar un poco de saliva, era un cuerpo de esos de estatua griega, con control lo mire a los ojos y le dije - seguro profe. Me puse el jean rápido para ocultar lo que ya estaba empezando a crecer de nuevo, y la camiseta que me quedaba grande gracias a dios, me cubría el paquete, se  movía de un lado a otro, y me dejaba ver lo increíble de su cuerpo, su trasero definido, sus muslos su espalda, era un deleite mirar, me controle y Sali de inmediato del vestidor. El grito desde adentro, -me esperas. Más calmado esperando fuera del coliseo, salió, con un jean ajustado y una camiseta igual, que decía liga de karate. 
En el camino me comento que hoy había sido un día duro para él, y que quería ir a tomar algo antes de irse a su casa, yo le dije que no lo podía acompañar, no traía dinero en el momento, el me dijo enseguida que no importaba, podíamos comprar un sixpack y tomarlo en algún lugar, que asi salía mas barato, me aclaro que en su casa no podía, su esposa lo iba a regañar de inmediato. Yo le dije que si quería podíamos ir al apartamento donde vivía, vivo con unos amigos. Compramos las cervezas y llegamos al apartamento.
En mi apartamento, hablamos sobre mi trabajo y las clases de Karate. Cuando ya estábamos bebiendo las últimas dos cervezas me dijo que si quería, podíamos comprar más. Le dije que estaba mareado, no acostumbro a tomar mucho. Él me dijo –ok, entonces mejor me voy, no quiero incomodar, yo le conteste que era lo mejor, mañana los dos trabajamos, cuando me levante del sofá casi me caigo del mareo que tenía, tropecé con una mesa, pero él me recibió en sus grandes y largos brazos, olía a colonia, una muy masculina. –Cuidado campeón, no quiero que te lastimes, sano me sirves más, comento cuando me tenía agarrado, - te acompaño mejor primero a tu habitación, le señale donde estaba, y me llevo. Era como estar en un sueño, y él era ese príncipe de mis sueños, me condujo hasta la cama, y me dijo –aquí está la cama, campeón. Me dejo caer, me acomode, y me quite los zapatos, y la camisa, de pronto el me pregunta,- y el jean no te lo vas a quitar, sin pensarlo mucho respondí –estoy en riesgo de violación, lo mejor es que los conserve, me eche a reír, y el casi de inmediato, con su mirada fija en mí, me contesto, -no aria nada que no quisieras.
Después de eso los dos nos quedamos en silencio, y se me acerco, siempre con la mirada fija en la mía, y me beso, fuerte, poderosamente, como todo lo que él era, se separó de mí, y se quitó la camisa, nuestros pechos con un poco de sudor se unieron y pude sentir los vellos que me acariciaban, raspándome, me siguió besando hasta bajar por mi cuello, y me agarro los pechos y los sujeto, se alejó de mi un poco, me clavo de nuevo la mirada y me dijo -eres mío, me soltó y me desabrocho el jean, me lo quito, se quitó el suyo y de nuevo me empezó a besar. Todo ese animal salvaje suelto, grande, queriendo poseerme, estaba excitado, sentía que estaba mojado en mi ropa interior. Sentí como su paquete y el mío se juntaba, él se frotaba contra mí, esto me hizo notar que su espada superaba en tamaño a la mía. Decidí tomar la iniciativa, darle la vuelta en la cama y besar sus tetillas, sentí como gimió de placer, estuve así por unos minutos más, hasta que no pude contener la ganas de ver que guardan sus calzoncillos, para mi sorpresa pude notar que la cabeza de su enorme verga escapaba levemente de estos, se los baje y salió disparada, había viso películas porno, y la verdad siempre pensé que era imposible tener algo de ese tamaño, pero ahí estaba, larga, gruesa y llena de pelos, definitivamente los negros están bien dotados, pensé. Pensé enseguida que podría entrar a mi boca sin dificulta, porque tenía la necesidad imperiosa de olerla y saber a qué sabia su sexo, creí  haber tenido las técnica para hacer una mamada, pero lo cierto es que no, al comienzo, con mi mano le baje el glande, y la lamí, era un sabor diferente él voltio el rostro hacia atrás, cuando decidí empezar a chupar, que la tenía en mi boca, entra y sale, él se quejó un poco, me día que no usara los dientes, desistí, y le dije que lo sentía, pero que como no lo había hecho antes, no sabía cómo.  Él me dijo no importa, como voy a ser tu primer hombre, tendrás tiempo de aprender con migo, de pie los dos me beso tiernamente me bajo el calzoncillo, y vio mi pene mojado, me pregunto - ¿yo te excito?, verdad, me voltio, me puso de espaldas, y empezó a frotar su vergota, mientras me masturbaba, que sensación. Me beso el cuello, me frotaba y me la jalaba, me vine, se me salió la leche, el lo tomo en su mano, y lo probo, solo dijo- uff, leche virgen, después me inclino, baje la espalda hacia la cama, me abrió las piernas y me empezó a ver el culo, me abrió las nalgas con sus grades manos, y me dio un beso en todo el ano. Después me dijo, quiero probarlo, pero primero quiero que te lo limpies, porque voy a entrar hasta lo más profundo de tu ser con mi lengua. Me puse la ropa interior y Salí corriendo al baño, note como ya tenía otra erección, me metí en la ducha, y me limpie el culo, con mis dedos frote todo mi culo y me metí un dedo en el ano, para que quedara todo bien limpio, para ese momento estaba bien empalmado. Me seque y salí en toalla a el cuarto. Él me esperaba en la cama, se estaba acariciando con una mano una tetilla, y con la otra el pene, me vio y se levando, me puso en la misma posición, y dijo, así me gusta el culo, bien limpio, como soy casi lampiño, no tenía casi ni un pelo. Me abrió las nalgas otra vez, pero esta vez sentí su lengua que me tocaba lo más profundo, Dios que sensación jamás había sentido eso, para entonces ya estaba de nuevo derramando líquido seminal a chorros. El me la pasó de arriba, hacia abajo, me mordía suave mente el trasero, y subía con su lengua por mi espalda. De pronto y sin aviso me da una nalgada y exclama, -que culo más rico, ahora te voy a dar lo que mereces, eso sonaba a amenaza, me escupió el culo y me metió un dedo, hasta el fondo, yo adolorida por eso gemí, y me queje, ahí, entrenador, el mete y saca con el dedo, me tenía súper excitado, casi sentí que me venía, pero me controle de pronto, dejo de hacerlo, note que se puso de pie, y rozaba la cabeza de su pene contra mi ano, y sin contemplación, calcule entonces, 20 centímetros de hombría, me lo introdujo todo sentí la envestida de sus testículo y grite, ahogado, él cogió su ropa interior y me la puso en la boca, y me dio, mete y saca, una y otra vez, que dolor tan horrible, se me fue la erección, casi al instante. De pronto,  me soltó la boca y me saco su verga, escupió de nuevo y son su pene me acaricio de nuevo el ano, y nuevamente me lo introdujo esta vez hasta la mita, me escupió entre mis nalgas otra vez, pero esta vez me envistió hasta el fondo. Esta vez entro sin tanto dolor, pero me ardía. Me dio suave, me beso, me abrazo, me trato esta vez tiernamente, poco a poco me fui acostumbrando, hasta que se me empezó a parar la mía, ya estaba sintiendo más placer que dolor.
Luego se acostó y me dijo súbete, dolio a la antrada pero después con el sube y baja, todo empezó a ser más placer que dolor, de un momento a otro me puso boca abajo, me paso el brazo por el cuello, y sentí como se daba gusto con migo, hasta que sentí como se venia en mi interior, sentí como su semen caliente me quemaba, ardía, y gimio un largo, como todo lo suyo, -aaaaaah.


Yo me vine casi instantáneamente sin tocarme si quiera, esta todo lleno de semen, en mi cama y sobre mí un macho grande que hizo con migo lo que quiso. Se quedó un minuto así, me pregunto por el baño, se bañó y se fue. Después de clases lo hacíamos, se venía 2 y 3 veces  cuando estábamos. Duramos un año en eso. 

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